Las antropologías gnóstica y gender son muy distintas y distantes, sin embargo un análisis pormenorizado puede hacernos ver que las teorías de género sostienen un patrón de pensamiento muy similar al que poseían los antiguos gnósticos. Ambas antropologías comparten no pocas bisagras comunes: el rechazo de la materia, la dimensión carnal, sexual y biológica que envuelve a la persona, un existencialismo común, un anhelo de conocimiento pleno de sí mismo, una autorredención sui generis, una corrupción del lenguaje; en definitiva un desprecio de la naturaleza humana y su carácter creado. No sólo se ha de denunciar este aggiornamento de la antigua gnosis que reflorece en las teorías gender, sino también anunciar una propuesta antropológica para un diálogo científico, en este caso desde la tradición cristiana, que responda a aquellos pivotes principales que comprenden ambos movimientos: el hombre y la mujer en su dimensión sexual, y el problema de la naturaleza humana.
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