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Resumen de A letra e o espírito: estudo prévio para uma tradução de sermões representativos de São Vicente Ferrer (1350-1419) para a língua portuguesa

Gustavo Cambraia Franco

  • INTRODUCCIÓN Después de experimentar una explosión investigatoria en la década de 70, el estudio de los sermones medievales es, hoy en día, una disciplina con una metodología específica y amplias áreas – Exégesis, la Liturgia, la Teología, la Historia Social, la Historia Cultural, la crítica literaria y la Historia del Arte. Los sermones ocupan una parte específica y propia de la tipología de las fuentes medievales. Se considera una continuación de las homilías patrísticas, cuya disposición estructural se tornó más compleja durante la Edad Media. A partir del siglo XIII, los sermones alcanzaron su máxima expresión estilística e intelectual, cuando entonces su estructura discursiva fue asociada a la tendencia escolástica de la especialización, con regla y educación formal.

    Es ese período de efervescencia cultural, religiosa e intelectual que situamos la elección de las fuentes y el tema aquí propuesto, un estudio de la tradición exegética en los sermones del frade valenciano San Vicente Ferrer. Consideramos, en concreto, la exegesis del texto bíblico, el material patrístico y las obras de la escolástica presentes en los sermones de San Vicente Ferrer.

    Muchos trabajos académicos enfatizaron la preeminencia política y religiosa del santo, además del impacto social de su predicación, y, en menor grado, el gran intelectual, teólogo y exegeta quien fue el maestro Vicente. Sin embargo, son escasos los trabajos que abordan y relacionan nuestros dos temas: 1) un estudio de los aspectos estructurales/formales (composición) e intrínsecos (contenido) de los sermones vicentinos y 2) su relación con la tradición medieval exegético-hermenéutico y el pensamiento analógico.

    Nuestra elección de las fuentes siguió un criterio de complementariedad entre los materiales disponibles en latín y en catalán. Elegimos como fuentes principales los sermones latinos de la Omnia Opera, respectivamente editados por el arzobispo Thomas Rocabertí en 1693 y Caspar Erhard en 1729. Las obras cubren los sermones de todo el ciclo del año litúrgico y están formadas por compilaciones de transcripciones de los Sermones de Tempore et de Sancti del Colegio del Patriarca de Valencia, predicados en los años 1411 y 1412 en Castilla. Se consideran que sean las ediciones más completas de los sermones vicentinos y obras de referencia en relación con el pensamiento teológico y doctrinal de San Vicente Ferrer. Son valorados sobre todo por los maestros de la orden de los dominicos que se dedican al estudio de la obra ferreriana, pues revelan la faceta escolástica tomista del santo y destacan la conexión entre los sermones y la personalidad y carácter de Vicente Ferrer.

    Una de las características de estas piezas de mayor interés para nuestros propósitos es la abundancia de exempla, similitudes y metáforas, recursos para adaptar y hacer comprensible para la gente sencilla el abstracto y teológico contenido del sermón. En los sermones latinos, más pulidos y con un mayor énfasis doctrinal, estos recursos metafóricos ilustran la naturaleza analógica del pensamiento y representan el modo simbólico de comunicación y el diálogo con las personas, su vida cotidiana y su mentalidad. Trabajamos con los sermones latinos por el hecho de que estas piezas son testigos de un procedimiento homilético más impersonal, teórico y especulativo. Son piezas más estilizadas, equilibradas y elaboradas y reflejan un trabajo académico e intelectual del predicador y de los editores dominicanos. Son fuentes privilegiadas de preservación y reproducción por la imprenta o destinadas al estudio laico y religioso.

    Las principales características de las piezas latinas son: 1) la organización, la estructura y la división sistemática de los contenidos de sermones escolásticos; 2) el lenguaje pulida y la supresión de interjecciones, abreviaturas, expresiones espontáneas, etc.; 3) analogías, metáforas y citas de autoridades bíblicas y teológicas. Por esta razón, los sermones latinos reflejan la mentalidad académica y escolástica de San Vicente Ferrer y ofrecen condiciones para nuestro análisis, que discurre a respecto de la relación entre su pensamiento teológico y exegético y el universo analógico y metafórico medieval.

    El método de investigación utilizado fue la crítica interna textual de fuentes primárias, el analisis del discurso, el estudio comparativo e contextual de fuentes, la interdisciplinaridad (transitar entre el conocimiento histórico, literário, teológico-filosófico, y el imagético-iconográfico).

    DESAROLLO Y RESULTADOS La constitución de las fuentes – sermones de las celebraciones más importantes del ciclo anual del calendario litúrgico católico medieval (Fiesta de los Santos, Adviento, Navidad, Epifanía, Cuaresma, Pascua y Pentecostés) – permite un análisis lejos de la forma más rígida y cristalizada de las glosas y de las reglas del discurso dogmático. El estudio se expande, y en ello radica el núcleo fundamental de nuestra propuesta, el universo simbólico-interpretativo-alegórico que domina la visión del mundo en la Edad Media, lo que llamamos de asimilación simbólica, del texto y del mundo. Eso fue crucial para nosotros ponernos en la tesis un capítulo entero que trató del pensamiento analógico de San Vicente Ferrer.

    Con base en ejemplos de fuentes y documentos, afirmamos que los sermones temáticos vicentinos son un género de carácter especular, un Speculum Mundi, ya que el autor engloba muchas cuestiones filosóficas, teológicas, científicas y literarias y siempre se basa en expresiones metafóricas, en el pensamiento analógico y en el simbolismo.

    La estructura del sermón se fundamenta en el método exegético de los cuatro sentidos de la Escritura (literal/histórico, alegórico, tropológica/moral y anagógico/escatológico), base de la hermenéutica textual vicentina y la única interpretación entonces válida para los fenómenos bíblicos, religiosos y sociales. El concepto es la base esencial del desarrollo de su visión del mundo. A través de él, en un juego especular y analógico, los elementos del mundo físico, material y natural son asociados con las realidades del mundo espiritual, inmaterial y sobrenatural.

    Destacamos el uso del método de los cuatro sentidos de la Escritura derivativos del sentido alegórico, es decir, el sentido o significado literal/ histórico y los sentidos alegórico, moral/ético y anagógico/contemplativo.

    En los sermones de San Vicente Ferrer la tradición hermenéutica mescló interpretaciones bíblico-teológicas con diferentes herramientas intelectuales (fuentes patrísticas y escolásticas). Eso demuestra que la tradición interpretativa de los cuatro sentidos y la visión analógica del mundo estaban muy vivas y presentes en los círculos intelectuales a finales del siglo XIV y principios del siglo XV.

    Los cuatro sentidos (o quadruplex sensus, también llamado quadriga medieval) son la base de la alegoresis, técnica hermenéutica y método alegórico de interpretación de las Escrituras y de los textos filosófico-literarios. El método pertenece a una larga tradición exegética que se ha convertido en el padrón dominante de la interpretación textual en la Edad Media. El monje Juan Casiano (c. 360-435) definió los objetivos teóricos y prácticos de este método y Dante Alighieri (1265-1321) también ha teorizado este método en el Convivio y lo presentó como la base de su interpretación textual. El método de los cuatro sentidos fue teorizado y usado por muchos otros autores medievales, a su vez, en el campo de la Teología y de la Exégesis, como San Agustín (354-430), Santo Tomás de Aquino (1225-1274), Beda el Venerable (672-735) y Hugo de San Víctor (1096-1141), con pequeñas variaciones en el orden de los sentidos.

    Esta tradición proponía una visión del mundo impulsada por la organización de los cuatro sentidos, utilizados en los sermones con fines didácticos y doctrinales. La quadriga mundi u ordine quadrato se ha convertido en una forma común de interpretación de los textos y del mundo con un profundo carga alegórica en la cultura medieval occidental, característica del pensamiento analógico medieval. Circunscribimos los sermones de San Vicente Ferrer con ese problema cómo nuestra preocupación central, ya que San Vicente Ferrer expuso una multiplicidad de interpretaciones que siempre pasaron por los niveles de interpretación histórica, alegórica, moral y anagógica.

    Enfatizamos la relación entre la hermenéutica y el ejercicio de la Retórica del quadruplex sensus por San Vicente Ferrer con los escritos de otros autores de la época medieval, lo que nos permitió identificar las afiliaciones intelectuales y culturales de nuestro autor. Los autores medievales citados en la Introducción ya comprendían una sustancial porción de ese tema que sirvió para ilustrar nuestro estudio comparativo. Sin embargo, reconocimos que es un pequeño número de autores frente a la cantidad de fuentes similares disponibles y accesibles del período, aunque sólo eso ha contribuido para el enriquecimiento de nuestra investigación, pues los sermones vicentinos son piezas exegéticas que tienen como plan de fondo alegorías y metáforas, un sistema completo y metódico en el cual cada argumento se basa en un conjunto específico de autoridades (bíblicas y no bíblicas).

    Para cada sentido de la Escritura había un simbolismo didáctico. El “sentido” éra la propia facultad del entendimiento, es decir, la Sabiduría. Por “sentido” se entendía la lección aprendida con la interpretación, enseñanza que se preocupaba en interpretar por medio de alegorías y metáforas un valor ejemplar, simbólico y moral.

    La enseñanza a través de la alegoría tenía una función no sólo cognitiva, pero atractiva, puesto que buscaba el entendimiento más allá del sentido o significación inmediata de las palabras. Los medievales no se contentaban con el hech de que las palabras, textos o discursos solamente significasen su sentido literal, sin nada más allá de lo que expresaban literalmente. El valor y la profundidad de la expresión simbólica residía en el deleite estético proporcionado por el misterio, la oscuridad, lo inefable y la satisfacción intelectual de su aclaración.

    El símbolo o metáfora también eran ideas aprendidas intuitivamente. Tenían el poder de despertar diferentes reacciones en el oyente por presentaren verdades de una manera agradable sin destruir su realismo. En la exégesis medieval, los términos, las cosas o hechos descritos eran reinterpretados y transportados para diferentes realidades. El sentido literal imperativo era envuelto en un campo de imágenes, serie de similitudes y analogías orientadas directa y orgánicamente al hecho revelado y confirmado. Todo eso formaba un campo simbólico abierto, con numerosas caras científicas, místicas y míticas.

    El lector medieval, acostumbrado a buscar el enigmático y ver la realidad más allá de sus fenómenos, se convertía, con la alegoría y el símbolo, en una persona reflexiva y meditativa, impregnada de imágenes e inmersa en los significados más profundos y eternos de las cosas.

    Los sermones de San Vicente Ferrer son obras eminentemente didácticas y catequéticas que explican y distinguen las virtudes de los vicios, y tienen bases hermenéuticas impregnadas de sabiduría bíblica. Esta doctrina, en los sermones, sigue el lastre exegético tradicional que ve la Biblia como un espejo de la fe, texto sagrado que encierra una red de comparaciones entre los diferentes espacios y temporalidades de la historia sagrada unidos por la analogia fidei. Para San Vicente Ferrer, los secretos y virtudes de la fe cristiana revelados en el Antiguo Testamento encuentran su cumplimiento en el Nuevo Testamento.

    La alegoría sagrada, silogismo tipológico en la hermenéutica moderna, constituía una evaluación de los recursos esenciales de estudio bíblico que tenía en cuenta el juego de las relaciones especulares entre los dos Testamentos, el Nuevo y el Antiguo. Intentamos mostrar cómo Vicente Ferrer hizo uso frecuente del método, analógico por excelencia, de la tipología bíblica, a través de comparaciones constantes entre el Viejo y el Nuevo Testamento. Los acontecimientos del Antiguo Testamento y sus personajes aparecen como tipos, sombras, figuras e imágenes que se relacionan con el contexto de los Evangelios y la revelación cristiana del Nuevo Testamento.

    La reconstrucción de la trayectoria intelectual de un pensador y predicador tan abundante cómo San Vicente Ferrer es una tarea compleja, sea desde un punto de vista lingüístico, literario, histórico, contextual o conceptual. La primera regla que enfrentamos incidió directamente sobre los recortes temáticos y los campos de análisis.

    La base teórica y conceptual de esa tesis pertenece al campo de los estudios historiográficos llamados de Historia Intelectual o Historia de las Ideas. Aunque son consideradas la fluidez de los sentidos y la terminología, dichos campos teóricos nos parecían más apropiados para abordar el sermón medieval.

    De hecho, lo sermón temático medieval es tan rico cuanto las otras fuentes del pensamiento medieval. Incluso, de hecho, es un género de Speculum Mundi a descubrir y que desborda, ante los ojos de los estudiosos, aspectos más amplios de la sociedad en general y del mundo medieval. Quizás más apropiado sea decir que los sermones revelan las trayectorias intelectuales y culturales de la Teología, la Ciencia y la Literatura occidental. Por lo tanto, es precisamente en medio de la gran tradición intelectual y del pensamiento medieval que estudiamos los sermones de San Vicente Ferrer, cómo una parte importante y fundamental del mismo lastre cultural.

    En el contexto de las fuentes, destacamos las muchas áreas lingüísticas de la predicación vicentina. Ediciones de fuentes en lengua latina han dejado claro el hecho que las fuentes reflejan la forma única del carácter y del pensamiento de San Vicente Ferrer. En la mayoría de los casos, dado el ámbito teórico de la apreciación de esta tesis, a saber, el lastre intelectual y la exegesis, además de la corriente de pensamiento escolástica de la cual el autor es un símbolo y eminente icono, los sermones latinos de Ferrer mostraron fidelidad con el carácter de su pensamiento.

    En los sermones son fuertemente notadas la piedad y la devoción del santo a los misterios de la fe cristiana. El predicador utiliza formas ingeniosas de implementación de temas abstractos, doctrinales y teológicos. La palabra es guiada por la sensibilidad cultural de las personas y se manifiesta en ejemplos, similitudes, alegorías, metáforas y moralidades. Como partituras, los sermones son registros de un sonido irrepetible en el tiempo. Transcritos en el idioma oficial, estos sermones no han perdido la frescura, la fertilidad y los sabores que tenían en el momento.

    Cada capítulo de esta tesis obedece a criterios de exposición, análisis y contenido muy específicos. En el primero y segundo capítulos, presentamos el contexto histórico y cultural de la figura del predicador valenciano. Destacamos el clima histórico, político y cultural del Mediterráneo occidental, además de la biografía de Vicente Ferrer. También estudiamos los períodos y las características del desarrollo homilético y del sermón medieval hasta que se llegó, en los tiempos de nuestro autor, a los sermones cómo productos maduros de la escuela y de las universidades.

    Los sermones sirvían cómo verdaderas armas de combate religioso e intelectual, y repositorio del aprendizaje y de la cultura del clero mendicante. Los sermones vicentinos son obras clásicas. Sin embargo, ellos no son obras sin cuerpo, pero deben ser relacionados con su contexto paisajístico y cultural medieval.

    En este sentido, hay dos corrientes principales de pensamiento y de cultura que formaron la base de la sociedad peninsular y mediterránea de la época medieval. Por un lado, la sociedad cristiana, formada por la cultura y el gobierno espiritual de la Iglesia Católica, con una catolicidad arraigada, una piedad y una religiosidad muy popular. Las órdenes y estados eclesiásticos estaban presentes masivamente en todos los campos y actividades sociales del período. En el otro campo de batalla cultural se encontraba el Humanismo, que afloró y emergió en los centros de poder secular, en las cortes italianas, en la cancelaria de Barcelona y, bajo el poder eclesiástico, en la poderosa y rica corte papal de Aviñón.

    San Vicente Ferrer éra un hombre de guerra y quizás la más poderosa fuerza intelectual de resistencia contra el reciente resurgimiento de la cultura pagana. Su pensamiento está incrustado en el marco más amplio de eminentes figuras eclesiásticas que no veían con muchos buenos ojos el clasicismo. La reanudación de los clásicos griegos y romanos representaba un peligro constante, mortal para la Teología, para el ascetismo, para la piedad cristiana y para todo el orden católico de la sociedad europea, piensaba él. Había el temor de que el ordo christianus fuese desmantelado por la absorción indiscriminada de las costumbres y de la sapientia laica, profana.

    El predicador era un hombre formado en la cultura filosófica clásica, especialmente Aristóteles, y aprendiz de todas las ramas de las artes liberales. Su formación incluía, además, los campos del hebreo y griego y las ciencias naturales. En sus estudios, se destacaba el más importante para la oratoria y función del predicador, la exégesis de las Sagradas Escrituras. Antes de ser un predicador de renombre, San Vicente Ferrer fue titulado maestro de las Sagradas Escrituras (Magister en Sacra Scriptura). Después de la revelación divina recibida en Aviñón, su formación cristiana habló más fuerte y le impulsionó a obrar como un predicador itinerante, un legatus a latere Christo.

    El predicador construyó un dique, un muro para detener el avance del humanismo clasicista por medio de la fuerza de su doctrina teológica y de la transmisión del gran conocimiento que poseía acerca de la Biblia. La Biblia era utilizada por el santo como un arma en el combate intelectual, espiritual y moral contra lo que consideraba excesos peligrosos del humanismo y de la cultura pagana.

    El núcleo de su predicación consiste en materias especulativas y morales tomadas del texto sagrado, a lo que añade, con una prodigiosa memoria, escritos patrísticos y escolásticos. La recurrencia de autores emblemáticos en sus sermones, como Santo Tomás de Aquino, San Agustín, Beda el Venerable, Hugo de San Víctor y San Bernardo de Claraval, se vuelve claramente comprensible face a esa circunstancia cultural. San Vicente era un hombre típico de su tiempo y fiel a la tradición intelectual de la Iglesia. Su pensamiento está ligado a la tradición cristiana. Sin embargo, es importante destacar que San Vicente Ferrer está inmerso en la cultura y en la mentalidad de la Edad Media. Compartía la misma base teórica que abarcaba el pensamiento y la cultura medieval. Por eso, es posible identificar en los sermones, por ejemplo, una profunda conexión entre su teología de la historia con la visión histórica de San Buenaventura, autor franciscano vinculado a una tradición distinta del tomismo de la escuela dominicana.

    Hemos identificado una serie de principios que guiaron la exégesis vicentina y que exponemos a lo largo de esta tesis: (1) el diseño del sermón como una pieza eminentemente exegética, en forma de comentario del tratado bíblico; (2) el uso de motivos, relatos y autoridades bíblicas como criterio para la exposición doctrinal y especulativa de los temas de los sermones; (3) el uso de la analogía de la fe, regla hermenéutica típica de la tradición exegética medieval; (4) el uso constante del método de interpretación medieval de los cuatro sentidos de la Escritura; (5) la lectura tipológica del Nuevo Testamento a la luz del Antiguo Testamento; y finalmente, (6) el uso de analogías y alegorías, bien como la interpretación figurativa, especular y simbólica del mundo, a partir de las enseñanzas y relatos bíblicos.

    En el tercer capítulo presentamos el tema central de nuestra tesis, el pensamiento analógico de San Vicente Ferrer. Sus sermones son piezas literarias de carácter especular, un Speculum Mundi. El concepto de analogía sirvió como plan de fondo del tema de enfoque. La analogía surge como la forma y el criterio por excelencia del pensamiento, de la generación de ideas y del desarrollo de razonamientos y discursos en los sermones. Aunque silogísticos, especulativos y abstractos, los temas del sermón son vertidos en formas de símbolos, alegorías y metáforas.

    Los temas y contenidos de los sermones analizados se resumen en la tipología bíblica, en las metáforas del culto y la liturgia, del barco y de la penitencia, la interpretación analógica de las Ciencias y Artes Liberales, las analogías sobre la Virgen María y temas relativos a los cuatro sentidos. Estos temas no tienen la intención de agotar ejemplos sermocionales y otras analogías variadas que impregnan la obra de Vicente Ferrer. Los temas presentados sirven como ejemplos concretos de la manera analógica del pensamiento del autor, de la riqueza y prodigiosidad imaginativa y estética de las cuales estaba impregnado.

    Basados en el método de pensamiento analógico, los sermones expresan de una manera singular el juego especular entre lo espiritual y lo sensible, el natural. La predicación es construida sobre los cimientos de la metáfora, de la expresión didáctica del simbolismo, de la exégesis alegórica y moral de las Escrituras. Su contenido primario y básico son temas bíblicos. La Biblia misma se concibe como un "espejo" del libro abierto del mundo. La visión catóptrica y simbólica de la naturaleza y del mundo creado, es un terreno fértil para el lenguaje figurativo presentes en los sermones.

    En este programa catequético y pedagógico especular, la Biblia es relacionada con la naturaleza creada, el Liber naturae, ambas escritas por el dedo de Dios. El gran metaforismo religioso del libro sagrado brilla en los sermones de San Vicente Ferrer en contraste con el simbolismo puramente literario. Tales características de los sermones marcan la Edad Media occidental con la intersección de diferentes mundos que se entremezclan, el literario, religioso y natural.

    Los temas escogidos demuestran que el predicador valenciano utiliza la metáfora como un instrumento de conocimiento, a pesar de pertenecer a una época en la que el simbolismo, la metáfora y el pensamiento analógico experimentaban su ocaso. El predicador se mantuvo así muy fiel al pensamiento analógico medieval para explicar el contenido doctrinal, las materias especulativas y para ilustrar temas bíblicos. Eso porque el pensamiento analógico se mantenía vivo y presente en todas las manifestaciones de la cultura y de la ciencia: en la Filosofía, en la Poesía, en las Artes, en la Liturgia, en la predicación y en los sermones.

    Por analogía – concepto derivado de las palabras griegas ana o "por medio de" y Legein, "asemejarse" – se entiende las relaciones de identidad o correlación de los términos de dos o más conjuntos, sistemas u órdenes, y la unidad y semejanza de cosas heterogéneas de la realidad. La analogía se establece mediante una regla de la razón, correspondencia cuantitativa o topológica entre diferentes objetos. La analogía realza aspectos de similitud entre una cosa y otra y la similitud de sus características y funciones.

    En el plano filosófico, la analogía es la asignación de los mismos predicados a diferentes objetos, no unívocamente, sino en la correspondencia y la correlación. El conocimiento analógico es lo que identifica y detecta los aspectos de similitud entre los objetos, seres, cosas, fenómenos e ideas. Todos los seres están conectados a la totalidad de una red de relaciones topológicas, red afectiva y simbólica basada en el principio de la unidad esencial entre los componentes del universo.

    El concepto de analogía comporta diferentes significados o sentidos. La analogía puede residir en las proporciones, vista como similares, o en las relaciones entre igualdad de condiciones. Puede ser de formas o configuraciones que establecen una similitud o homomorfismos sistemáticos, coherentes, de organización y funcionamiento. Las propiedades de algo conocido se transfieren a otro ser, generando un conocimiento conectado, no meramente acumulativo. El conocimiento analógico busca lo que es común a cada elemento del escalón de los seres, de las cosas y de los fenómenos. Los elementos de la realidad están vinculados a una totalidad de relaciones que va más allá de sus propiedades individuales.

    En la exégesis bíblica y predicación este universo de analogías que toma el mundo por un "libro abierto" o como "segunda lengua" al lado de las Escrituras, es aún más frecuente y notorio. Basta tenernos en cuenta las fuentes y materiales que fueron utilizados como compendios informativos (incluso doctrinales) en la preparación de sermones, como las enciclopedias populares. En estos escritos, el universo entero era concibido como una página escrita u ilustrada por el mensaje divino, idioma distinto de los lenguajes humanos. La investigación de las cosas físicas debería demostrar verdades teológicas. El mundo, escrito por Dios, contenía los tres atributos trascendentales de la divinidad – la verdad (verum), la bondad (bonum) y la belleza (pulchrum). La visión catóptrica o especular medieval se basaba en la equivalencia conceptual entre imago y speculum.

    El libro era considerado un espejo que reflejava el mundo, y este un reflejo de las realidades invisibles. Esta propuesta exegética tenía sus raíces en la autoridad de las expresiones bíblicas, como la expresión paulina de la visión imperfecta y especular del mundo visible, Videmus nunc por speculum. Las deficiencias de los conocimientos humanos impidían al hombre ver directamente las verdades trascendentales, piensaban. Por lo tanto, era necesario que tal conocimiento se adquiriese parcialmente a través de analogías con el mundo sensible.

    En todas las áreas del conocimiento, en la mentalidad y en las expresiones populares, cada cosa o imagen era insertada de forma usual y habitual en el gran sistema global simbólico. Los medievales consideraban que el significado de cada cosa no se agotaba en su función o manifestación inmediata. El simbolismo medieval tenía un carácter sagrado e inefable, ya que todo significado se convertía en una identificación mística entre la realidad y el misterio último.

    El pensamiento simbólico impregnaba el conocimiento y se manifestaba en la observación y explicación de la naturaleza, animal, vegetal y mineral del mundo, en el simbolismo de los nombres, en la organización y comprensión de las estructuras sociales, en la Liturgia, en las Artes y la Arquitectura, en los estudios del Trivium y Quadrivium, en la Poética y exégesis bíblica, en la Literatura y en los sermones. Todo este universo de símbolos irrigó la elaboración de los sermones de San Vicente Ferrer.

    Aunque nuestro autor fuese un hombre de muy buena estatura académica, técnica, conceptual y doctrinal, las manifestaciones de carácter analógico, metafórico y simbólico de su pensamiento son comprensibles hoy por una serie de factores. Desde los Padres de la Iglesia hasta fines de la Edad Media, el pensamiento analógico fue habitual y corriente. El conocimiento analógico coexistía de manera interdependiente con el pensamiento y la producción estrictamente científica. La mentalidad colectiva de la época estaba saturada por un contexto cultural marcado por el simbolismo didáctico. La visión de mundo medieval estaba sumergida en las infinitas formas de asociaciones, comparaciones y gradaciones de similitud. Los medievales consideraban los elementos de la naturaleza y del mundo creado, así como el ser de Dios y del hombre, por la interdependencia de los significados.

    El cuarto capítulo fue estructurado como un corolario de la tesis y consiste en una secuencia de temas comprobatorios del capítulo anterior. En esta parte, tratamos de los principios de la exégesis bíblica medieval y del tema de los cuatro sentidos de la Escritura. Estudiamos el tema desde sus primeras manifestaciones y formulaciones en la exégesis patrística hasta la etapa más madura de la hermenéutica escolástica universitaria.

    La Biblia es el libro, la fuente primaria del predicador. Los llamados sentidos espirituales, la alegoría, la tropología y la anagogía eran el punto de partida para el desarrollo de interpretaciones sagradas del texto bíblico y para la exposición doctrinal de los sermones. El método de los cuatro sentidos era valorado por el autor como el único válido para la interpretación del texto sagrado. No le gustaba los excesos y las inflaciones de métodos exegéticos en vigor en su época, pues hacían mixtos de elementos del mundo bíblico y cristiano con referencias clásicas. Presentamos ejemplos del uso de cada uno de los sentidos en los sermones y demostramos que el método exegético de los cuatro sentidos de la Escritura estaba en la raíz del pensamiento del predicador y fundamentaba su visión de mundo. Incluso, el mismo método es la herramienta teórica e conceptual que confirió a los sermones su carácter especular y catóptrico.

    CONCLUSIÓN San Vicente Ferrer fue fiel a su propósito de confinar la Sapientia Christiana en los marcos estrictos de la lectura de la Biblia y de la práctica hermenéutica de la analogía bíblica y de la analogía de la fe. El predicador utilizó constante y casi exclusivamente el diálogo con las autoridades del universo intelectual cristiano, exceptuadas referencias a la filosofía de Aristóteles. El contenido de los sermones dejó claro y válido para nosotros el concepto de alegoría de los teólogos, especialmente su uso de la exégesis de los cuatro sentidos. El metaforismo bíblico y las abundantes analogías que impregnaron su exposición se diferenciaban en gran medida de la alegoría literaria por su aproximación normativa de la lectura del texto sagrado.

    Al igual que otros teólogos y exegetas cristianos, la alegoría bíblica de Vicent Ferrer es una alegoría no sólo in verbis, sino in factis. No se limita a los aspectos del lenguaje, sino a las cosas, hechos y personajes, estos también cargados de significados. El predicador metaforizó la Biblia, la naturaleza y el mundo creado y las asoció con las realidades del mundo espiritual y sobrenatural a través de un bello juego especular y analógico. En este sentido, fue un hombre de ciencia, pero cuyo pensamiento se nutrió de formas muy analógicas de razonamiento. San Vicente Ferrer es un testigo histórico de la Edad Media en su propio tiempo, un espejo que refleja a nosotros, lectores modernos, una pequeña porción del universo intelectual y cultural medieval.

    Miramos esas fuentes como partes constitutivas del universo cultural de lengua latina y catalana medieval. Fue una oportunidad única de estudio de obras inéditas de la cultura ibérica catalana, poco exploradas en nuestra academia. Colaboramos, también con la expansión del horizonte cultural de los estudios medievalistas brasileños. Enfatizamos la presencia de un conjunto de facsímiles de sermones en los Anejos de esta tesis y que fueran, también, objetos de estudio. Estos sermones nos ayudaron a comprender el pensamiento, la predicación y la escrita de Vicente Ferrer.

    Los temas presentados en esta tesis sirvieron al intento de crítica interna de las fuentes. Nuestra tesis es, pienso, un estudio previo documental para una futura e inmediata traducción de los sermones de San Vicente Ferrer a partir de sus versiones latinas e catalanas. Las traducciones serán editadas y publicadas en periódicos y libros organizados exclusivamente con esa finalidad. Así, intentamos estar de acuerdo con los parámetros trazados por el Institut Superior d’Investigació Cooperativa (ISIC-IVITRA) y su proyecto global de “ediciones poliglotas” de los clásicos de la literatura catalana medieval y renacentista. Los Anejos facilitaron y tornaron más fluida la transición entre un trabajo de pesquisa previo y la futura traducción sistemática y edición de un conjunto más robusto de sermones.

    Destacamos dos piezas en lengua catalana y seis piezas en lengua latina, con acrecimos de cuatro de sus sermones traducidos para la lengua portuguesa, los cuales serán publicados en revistas especializadas en forma de artículos – son ellos: 1) Sermón hecho en la ciudad de Barcelona, Domingo VII Post-Trinidad; 2) Sermón hecho en Barcelona en el día de San Domingos, Sábado. Domingo VI Post-Trinidad; 3) Sermón I del Domingo I del Adviento. Sobre las Epístolas, y 4) Sermón II del Domingo I del Adviento. Pretendemos, con esto, llegar al público académico y al lector brasileño (o el público más amplio de lengua lusa). Es nuestro deseo introducirlos en la práctica de estudios e producciones referentes a la obra homilética y sermocinal de San Vicente Ferrer y de la cultura catalana de su tiempo.


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