Durante ocho años por la tertulia de Letras en Bellaterra pasaron una treintena de escritores que sin excepción fi guraban entre los más valiosos y valorados del momento, desde el venerable Gonzalo Torrente Ballester al pimpollo de Cristina Fernández Cubas. Convicción mía constante ha sido que cuanto en la universidad tiene que ver con la literatura debe contar con el soporte fundamental de la fi lología y de la historia, pero asimismo con el discreto apoyo de una vivencia de la creación contemporánea, necesariamente estimulada por la comunicación con sus protagonistas. La literatura contemporánea debe hacerse, vivirse, no enseñarse. En general, la Universidad es un lugar en el que sobran clases y falta conversación.
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