La transición demográfica ha comportado una profunda transformación de las redes de parentesco, dando lugar a la generalización de las familias plurigeneracionales, al tiempo que se han generalizado los hogares nucleares. La separación residencial de las generaciones no ha comportado ni un creciente distanciamiento geográfico de las mismas ni una reducción de la frecuencia de contactos, jugando en este contexto los nietos un papel privilegiado como mediadores sociales al tiempo que propician una mejora en las relaciones entre las generaciones. En la estructura de intercambios de bienes y servicios entre los miembros de la red de parentesco, la relación abuelos-nietos no tiene, sin embargo, ningún papel privilegiado, dándose estos intercambios fundamentalmente entre los miembros de generaciones contiguas.
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