Desde que el Consejo de Europa recomienda en el MECR centrarse en el aprendiz como actor social, este enfoque propone tener en cuenta todas sus capacidades -intelectuales, volitivas y afectivas- de manera global. Abundan los estudios sobre los contenidos, los objetivos según los niveles y sobre todas las implicaciones de las recomendaciones del MECR para poner en el centro al estudiante como actor social, pero ¿los hay sobre el papel de las emociones, los sentimientos o los estados de ánimo diversos durante la clase? Nuestro objetivo es examinar la importancia que el MECR otorga a las emociones del aprendiz y descubrir qué lugar ocupan en el éxito del proceso de enseñanza/aprendizaje de las lenguas. Proponemos una serie de actitudes imprescindibles para asegurar la motivación y el éxito en los resultados de aprendizaje.
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