Cuando "más es mejor" se ha convertido en uno de los ideales más arraigados del imaginario moderno, la figura del obeso encarna, literalmente, las paradojas inherentes a ese ideal. La enormidad de su peso (individual) y de su número (global) delata las contradicciones de un crecimiento incontrolado que se rechaza en los cuerpos singulares, pero parece aplaudirse en el cuerpo social. Las políticas y presiones por reducir los cuerpos obesos pueden ser esfuerzos vanos si no se acompañan de empeños análogos por enfrentar ese ideal de crecimiento y desarrollo, más allá de su mera materialización en los cuerpos y los alimentos.
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