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El sector de la sanidad y la economía

  • Autores: Juan Antonio Gimeno Ullastres, Pedro A. Tamayo Lorenzo, Pedro Juez Martel
  • Localización: Actualizaciones año 2005 / coord. por María Paz Mompart García, 2005, ISBN 84-95626-26-8, págs. 23-46
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • El crecimiento del gasto sanitario ha sido muy notable en los países desarrollados, especialmente desde la década de los sesenta. En la mayoría de los países el Estado es el principal financiador de ese gasto. La sanidad se ha convertido en un objetivo prioritario de las economías occidentales dentro de la consolidación del llamado Estado de Bienestar. La universalización de la cobertura sanitaria, el envejecimiento de la población y la introducción de tecnologías punta son las principales causas de ese crecimiento.

      Se observa que, cuanto mayor es el nivel de desarrollo de los países, mayor tiende a ser también el gasto sanitario y que el crecimiento de éste conlleva mejoras evidentes en la salud de los ciudadanos hasta un cierto nivel a partir del cual mayor gasto no implica mejoras relevantes en los niveles de salud.

      Los seres humanos buscan satisfacer sus necesidades a través del consumo de bienes y servicios. Mientras las necesidades son ilimitadas, los bienes disponibles para satisfacerlas son escasos. De hecho, sólo se consideran bienes económicos aquellos que son limitados.

      La economía estudia cómo los hombres eligen y deciden cómo satisfacer sus necesidades con recursos escasos que pueden utilizarse para producir distintos bienes y satisfacer diferentes necesidades. La elección afecta a preguntas como "¿qué bienes y en qué cantidad hay que producir?", "¿cómo se van a producir?" y "¿para quién se van a producir?".

      La economía parte del comportamiento racional de sujetos que intentan hacer máximo su bienestar económico y presupone que ese comportamiento es un buen índice del comportamiento medio. Se supone que toda decisión humana es el resultado de una previa valoración de los costes y los beneficios de las distintas alternativas, aunque no tengan por qué ser exclusivamente materiales.

      En la prestación sanitaria se pueden diferenciar distintos agentes implicados como son los pacientes, los profesionales sanitarios, las instituciones productoras de servicios, las agencias compradoras de servicios, la autoridad financiera y el ciudadano. Aunque teóricamente todos estos agentes comparten un objetivo común, no siempre coinciden los intereses específicos con las expectativas de los demás.

      El mercado es el mecanismo a través del cual se enfrentan los intereses contrapuestos de quienes quieren comprar algo (demandantes) y quienes están dispuestos a venderlo (oferentes). Aunque existen muy diferentes tipos de mercados, su estructura básica es muy semejante.

      La demanda refleja las cantidades que los compradores están dispuestos a adquirir para cada precio. Cuanto más alto es éste, si no varían otras circunstancias, menor será la cantidad que los demandantes están dispuestos a comprar. Por el contrario, si el precio baja, los compradores estarán interesados en adquirir mayores cantidades de producto. La oferta refleja las cantidades que, para cada precio, los vendedores están dispuestos a poner a la venta. Como regla general, aunque no tan universal como en el caso de la demanda, cuanto más elevado sea el precio mayor será la cantidad ofrecida.

      El precio de equilibrio es aquel que permite que coincidan las cantidades que los vendedores están dispuestos a ofertar con las que los compradores desean comprar. A ese precio el mercado se vacía y no se producen excesos de demanda ni de oferta. El mercado garantiza, normalmente, que el precio tienda hacia el equilibrio. Si éste fuera demasiado alto se produciría un exceso de oferta y la única forma de dar salida a esos excedentes sería bajándole hasta alcanzar el de equilibrio. Si el precio fuera demasiado bajo, el exceso de demanda empujaría los precios al alza.

      El hecho de que el precio de equilibrio se aplique a todas las unidades intercambiadas implica un beneficio para los consumidores que habrían estado dispuestos a pagar más por las primeras unidades. Ese beneficio recibe el nombre de excedente del consumidor. De forma similar, puede hablarse de un excedente del productor.

      La demanda de un bien aumentará para cada precio si aumentan los precios de bienes sustitutivos, disminuyen los de los complementarios, aumenta la renta o se modifican a su favor otros aspectos de carácter social e institucional. Tenderá a disminuir en los casos opuestos.

      La oferta de un bien aumentará (en la cantidad ofrecida para cada precio) si disminuyen los costes de los factores de producción, se incorporan mejoras tecnológicas o varían en su favor cualquiera de los factores que influyen en la misma como los precios de otros bienes técnicamente relacionados, regulaciones y políticas públicas, las expectativas, los objetivos de los oferentes, la estructura del mercado... Tenderá a disminuir en los casos opuestos.

      Un aumento de la demanda o una disminución de la oferta provocarán un incremento en los precios, pero en el primer caso aumentará la cantidad intercambiada mientras que descenderá en el segundo. En sentido contrario, un descenso de la demanda o un aumento de la oferta provocarán un descenso de los precios y aumentará la cantidad de equilibrio tanto en el primer caso como en el segundo.

      El mercado permite conocer las presiones que empujan precios y cantidades al alza o a la baja, pero para funcionar óptimamente exige unas estrictas características que difícilmente se dan en la realidad. El consumidor tiene como demandante un poder, en función de su capacidad económica, para decidir sobre los sectores en que debe aumentarse la producción y en cuáles ha de disminuirse. Pero puede verse excluido del consumo si no paga o los productores no están interesados en ofertar a los precios fijados.

      Las elasticidades de la demanda miden en qué proporción varía la cantidad demandada de un bien o servicio cuando lo hacen cualquiera de los factores que influyen en la misma, como su precio (elasticidad-precio), el precio de otros bienes (elasticidad-cruzada), la renta (elasticidad-renta), etc.

      Cuando el valor absoluto de la elasticidad-precio es superior a uno, se dice que la demanda es elástica y cualquier modificación del precio implica una variación del gasto total en ese bien en dirección opuesta. Por el contrario, si aquel valor es inferior a uno, la demanda será inelástica (o rígida) y una modificación del precio conlleva una variación del gasto total en la misma dirección. Si la elasticidad es unitaria, el gasto total no varía aunque lo haga el precio.

      Como regla general, la demanda de un bien será tanto más inelástica cuanto peores sustitutivos tenga, más necesario (o adictivo) resulte, menor peso tenga en el presupuesto familiar, menor sea la cantidad previa de que se dispone y menor sea el plazo que se considere y viceversa.

      La elasticidad-cruzada entre un bien y el precio de otro permite calificar al primero como sustitutivo del segundo cuando es positiva, como complementario cuando es negativa y como independiente cuando es nula.

      La elasticidad-renta de un bien admite calificarlo como inferior cuando aquella es negativa, como superior cuando es mayor que uno y como normal cuando se sitúa entre cero y uno. La calificación de los bienes como de lujo o de primera necesidad es siempre relativa. Se puede aceptar como aproximación válida (aunque no definitiva) que son bienes de lujo aquellos cuyo consumo crece en los hogares proporcionalmente con su nivel de renta y como de primera necesidad aquellos que representan un componente muy importante del consumo de los hogares con menores ingresos.


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