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DISCURSOS,
ACTORES Y SABERES: POR UN DEBATE SOCIAL SOBRE EL (ACTUAL) MOVIMIENTO DE
Leandro Barbosa de Pinho
(Facultad de Enfermería – Universidad Federal de
Pelotas (Brasil))
Antonio Miguel Bañón
Hernández
(Departamento de Filología – Universidad de Almería
(España))
Luciane Prado Kantorski
(Facultad de Enfermería – Universidad Federal de
Pelotas (Brasil))
RESUMEN: El estudio pretende analizar cómo los trabajadores
de salud mental están considerados en tanto que actores relevantes en el proceso
de reforma psiquiátrica, y en qué medida el actual movimento de reforma
psiquiátrica puede constituirse en un tema importante en el contexto general
del debate social sobre la salud en Brasil. Se aplicó una entrevista no-directiva,
compuesta de una pregunta-clave, a 17 profesionales de un servicio sustitutivo de
una ciudad brasileña. Los datos fueron sometidos a una propuesta metodológica
que comprende la inserción de actores en debates sociales en el campo de la salud
y de la enfermedad. Los resultados demuestran que los servicios alternativos
están provocando transformaciones fundamentales en el escenario de la reforma
psiquiátrica brasileña y que tales transformaciones están fortaleciendo esa
reforma en el debate social sobre la salud en Brasil. Concluimos que la reforma
psiquiátrica está constituida por contradicciones y por conflictos, pero sus actores,
sometidos a constantes enfrentamientos, se ven obligados a recrear sus tecnologías
y procedimientos de intervención, buscando conocimientos alternativos y
estableciendo nuevas relaciones.
Palabras
Clave: estudios del lenguaje; salud mental; ciencias sociales; lingüística; análisis
crítico del discurso.
DISCOURSES, ACTORS AND KNOWLEDGES:
BY A SOCIAL DEBATE ABOUT THE (PRESENT) MOVEMENT OF THE BRAZILIAN PSYCHIATRIC
REFORM
ABSTRACT: The study aims to understand how mental health
workers are regarded as actors in the process of psychiatric reform and how the
current movement can be a major topic of social debate in the health area. It
was applied a non-directive interview, consisting of one key-question, to 17
practitioners of mental health service in a Brazilian city. The data were
subjected to a methodology of insertion of actors in social debates in the health
and disease area. The results show as the mental health services are causing
changes in the Brazilian psychiatric reform scene, essential to strengthen the
movement in the category of social debate in the health area. We conclude that
the psychiatric reform is made up of contradictions and conflicts, but their actors
subjected to constant fighting, were forced to recreate their intervention
technologies, to seek new knowledges and new relationships.
Key Words: language
arts; mental health; social sciences; linguistics; critical discourse analysis.
CONSIDERACIONES INICIALES
Todo
ser humano está determinado, en su comportamiento comunicativo, por un conjunto
de relaciones, conocimientos y manifestaciones. Sin embargo, tales aspectos, no
siempre están fundamentados en una convivencia relativamente armónica. En
realidad, la base sobre la que se mantiene ese conjunto de relaciones no es
armónica, sino más bien conflictiva y hasta contradictoria en ocasiones. En
otras palabras, al tratarse de relaciones humanas, cualquiera de nosotros se transforma
en cierta manera en un “actor” cuando pasamos a formar parte de una sociedad. Pero
para establecerse y permanecer en ella, ese “actor” necesita producir cambios
(y, por supuesto, saber producirlos), conocer aquello que quiere cambiar, fundamentarse
para defender las transformaciones sugeridas y también tener la plasticidad suficiente
para adaptarse a las resistencias naturales que emergen con ellas.
Estos diferentes movimientos,
a lo largo de la historia de la humanidad, formaron una red compleja de conocimientos,
relaciones, discursos y actores, establecida muchas veces más sobre disensos
iniciales que sobre consensos. Por ejemplo, cuando René Descartes fundó el conocimiento
científico basado en la racionalidad experimental, más allá de las primeras
polémicas, acabó generando nuevas redes de conocimientos y de relaciones en
diferentes campos del conocimiento humano (lingüística, sociología, filosofía,
política y salud, por ejemplo). Esto no quiere decir que el propio Descartes,
como indicábamos, no fuese criticado, y, más tarde, en cierto modo “superado”
en algunas áreas específicas por “actores” que ofrecieron nuevas perspectivas
de análisis y de reflexión. Sin embargo, lo cierto es que continúa siendo un
referente importante para empezar a explorar nuestro conocimiento del mundo en
la actualidad.
En el campo de la salud mental,
la locura siempre ocasionó ese tipo de cuestionamiento por parte de los
diversos “actores” que se aproximaron a ella con la intención de ofrecer sus
particulares explicaciones conceptuales. Podríamos decir que la locura siempre
suscitó una gran preocupación social y científica, y que tal preocupación
también se aprecia en las diferentes denominaciones recibidas a lo largo de la
historia. En un determinado momento, fue vista como un fenómeno de
excentricidad moral; en otro, como un desvío de la razón; luego, como un producto
de las fuerzas de las tinieblas; después, entendida como una manifestación
disfuncional del organismo humano (Foucault, 2003). Sin embargo, lo que más
intriga en esa complejidad de conceptos sobre la locura, es que todos ellos, de
alguna manera, no conseguieron superarse uno al otro, pues siempre convivieron
entre sí de manera contradictoria y conflictiva.
Asímismo, delante de esas
contradicciones, hay actores que dejarán su legado para descubrir el conocimiento
íntimo y complejo de la mente humana. Tal es el caso Philippe Pinel, en su Traité médico-philosofique sur l’aliénation
mentale ou la manie, publicado en Paris, en 1801, quien proporcionó una nueva
cultura médica para investigar el fenómeno de
la locura. Decía Pinel (1801,p. 81) que:
“... quizás haya
llegado el tiempo en que la medicina, libre de las dificuldades inherentes al
espíritu de rutina y favorecida por una opinión pública que pueda asegurar su
curso, pueda guardar una severa rigurosidad en la observación de los hechos,
generalizarlos... y éstos solamente pueden ejercer su imperio en los hospitales
psiquiátricos y hospitales generales, y de ese modo, realizará progresos
sólidos en la historia y cura de ciertas enfermedades...”
Pinel, con ese pensamiento,
inauguró una ruptura concreta con una realidad pulverizada por distintas concepciones
metafísicas e incipientes sobre el asunto. Más que eso, produjo una reforma en
el contexto de la salud, pues elevó la medicina mental a la sociedad, como ciencia
del estudio de los cuerpos, con base en esa racionalidad experimental. Es decir
que Pinel, se convirtió en un autor importante, porque trajo para la medicina un
nuevo saber que pudiese dar prestigio social a la profesión, y, a la locura, una
nueva (y desde aquella vez aceptada por la ciencia de la época) explicación. Desde
aquel momento, ella pasa a ser vista como fruto de la lección intelectual y de
la voluntad humana, produciendo, por eso, comportamientos y manifestaciones
irracionales. Al loco, le quedaba el internamiento en instituciones
especializadas y la sumisión al reglamento médico. Reglamento éste inflexible,
basado en la observación constante de sus actos y en una disciplina regulatoria,
únicos instrumentos capaces de proporcionar al médico herramientas y medios para
restaurar la normalidad perdida por el individuo enfermo (Shorter, 2001).
Ese pequeño fragmento de
la historia de la locura que presentamos sirve apenas para mostrar lo mucho que
determinados conocimientos, actores y discursos pueden influenciar en un
contexto social.
El período que siguió a
Las transformaciones que
nacen en los últimos años en torno de la salud mental brasileña son fundamentadas
en algunas consideraciones importantes. Primero, porque en otros países ya había
procesos de desinstitucionalización en desarrollo, aunque diferentes unos a los
otros; muchos de ellos, además, fueron exitosos e importados por otros países.
Segundo, porque en Brasil crecía una conciencia sanitaria, al término del periodo
militar en la década de los años 80, que estimulaba a la población a luchar y a
reinvindicar mejores condiciones de atención. Tercero, el sentimento de que el
cuidado no puede ser realizado en instituciones excluyentes, generadoras de
meros rótulos y estereotipos, y sí en la comunidad, con las personas y junto a
sus necesidades (Pacheco, Ferraz y Carlini, 2003).
Esa nueva conciencia, que
redireccionó el saber y la práctica del cuidado psiquiátrico, está inmersa en
la sociedad brasileña contemporanea. Esa realidad solamente se tornó posible cuando
el actual movimento de reforma psiquiátrica rompió con la ideología dominante
del cuidado psiquiátrico centralizado en el ambiente hospitalario e institucionalizó,
como política, una nueva ideología, relacionada con la atención primaria,
focalizada en espacios concretos y defensora de la extinción de los manicomios.
Hoy presenciamos diferentes servicios alternativos en funcionamento, diferentes
profesionales actuantes, mayor tolerancia de la sociedad con la locura y nuevas
maneras de operar en el interior y en el exterior de los servicios de salud
mental.
En este marco, podríamos
decir que este estudio busca una contribución reflexiva, con el propósito de repensar
determinados conocimientos y prácticas en el campo de la salud mental brasileña
en la actualidad. Para lo cual, recurrimos a los discursos de algunos profesionales
del área, para intentar entender cómo aquellos trabajadores están considerados como
actores en ese proceso y en qué medida el actual movimiento de reforma
psiquiátrica brasileña puede ser considerado como un tema relevante para ser
discutido en un debate social más general, referido al campo de la salud.
EL DEBATE SOCIAL EN EL CAMPO DE
Cuando se indaga sobre el
campo de la salud y de la enfermedad, es evidente que cada movimento
socio-sanitario está inmerso en un contexto histórico singular, caracterizado
inevitablemente por la aparición constante de contradicciones, oposiciones, desplazamientos,
diferentes puntos de vista y determinantes. En mayor o menor grado, claro está,
esas variables repercutirán tanto sobre la realidad social como sobre la
materialidad discursiva.
El
diálogo en torno del debate social se remonta a las raíces del conocimiento bajtiniano
sobre género social, discurso e ideología (Bañon Hernández, 2002). Por género
social[1]
se entiende como aquel discurso que pertenece a estractos especializados de la
sociedad (la salud, la política, la economía). En ese sentido, el lenguaje
comprende la manifestación de los sentidos del grupo social, con sus diferentes
concepciones del mundo, ideológicas o no, sobre una determinada temática en
discusión. Es ella la que da un carácter peculiar a un determinado contexto, en
un determinado momento histórico. Y el discurso, que representa ese estracto
específico de la sociedad, sería la materialidad ideológica de ese lenguaje
(Bakhtin, 2006).
En tal sentido, cualquier
evento complejo y que produzca ese tipo de repercusión está a menudo
representado en la opinión comunicativa de algunos actores, comprometidos y
organizados en coletividad. En el caso de la salud y de la enfermedad, cuando
hablamos de debate social, es necesario pensar cómo funcionan las
características fundamentales de la enfermedad, las características de los
enfermos, de las asociaciones colectivas de personas portadoras de tal
enfermedad o de sus familiares, y de los profesionales de salud comprometidos
en el proceso, además de analizar cómo se organizan colectivamente para
trabajar con aquellos asuntos. Todas esas representaciones aparecen
manifestadas en un rol de relaciones intertextuales e interdiscursivas, que
sirven como parámetro de análisis.
Consideramos el hecho de
que la reforma psiquiátrica comprende un movimiento socio-sanitario que se
materializa en ciertas pretensiones colectivas y en determinados pensamientos
ideológicos de los actores implicados (trabajadores, usuarios, familiares,
gestores). La reforma psiquiátrica en la actualidad nace como una
redimensionalización del conocimiento cristalizado por la psiquiatría durante
siglos y circunscrito al hospital psiquiátrico. Procura promover una ampliación
conceptual y metodológica de sus mecanismos de intervención, lo que no supone,
frente a lo que pueda pensarse, una minusvaloración de la psiquiatría misma,
sino la incorporación de otras disciplinas, ámbitos y conceptos que pueda
resultar útiles para desarrollar intervenciones más sólidas con respecto al
fenómeno de la locura.
En ese sentido, las
siguientes características pueden ayudar a abordar de forma más o menos
sistematizada la conversión de un tema en debate
social (Bañon Hernández, 2002, p. 22-6):
1) Ser un tema relevante,
actual y pertinente, en un determinado período histórico y que pueda manifestar
los diferentes intereses de los ámplios sectores de la sociedad civil;
2) Debe contemplar todos
aquellos actores o colectividades que lo desean y su lucha dialéctica se
dirimirá tanto a través de relaciones interpersonales directas como mediadas o
a ldistancia;
3) Que se convierta en
diferentes contenidos discursivos para debate público, que sirvan de fuente de
información y constitución de opiniones (entrevistas, editoriales, conciertos
de música, congresos, artículos científicos, manifestaciones públicas,
conferencias, entre otros);
4) Debe trascender
socialmente gracias a los medios de comunicación;
5) Produce dicursos
determinados por una cierta valoración, pudiéndose fundamentar ésta, por
ejemplo, en el compromiso, en la reivindicación, en la discriminación, en la
autodiscriminación, en la condescendencia, en la resignación, en la prevención
o en la segregación. Unos tipos u otros dependerán de cómo se valore ese objeto
discursivo y en qué grupo esté incluído el sujeto emisor;
6) Permite que, en su
interior, surjan otros debates (debates sectoriales) de menor dimensión, pero,
no por eso, menores en relevancia (como el tema de la salud mental en el campo
de la salud colectiva, o la reforma psiquiátrica en el campo de la salud
mental, o todavia, la educación continuada en el campo de la reforma
psiquiátrica);
7) Aunque tenga sus
límites imprecisos en relación a la amplitud de sus discusiones, esa temática
pueda estar contemplada en otros debates más ámplios, como en las discusiones
sobre generación de renta y labor;
8) En el ámbito
discursivo, el tema debe ser interesante y sensible a los diferentes
“micro-debates” que se establecen de orden intragrupal e intergrupal;
9) Además de interesante,
el tema precisa incorporar esos “micro-debates” en relación a un asunto más
ámplio, importante y común, para ser orientada a toda la sociedad (como en los
medios de comunicación);
10) Debe comprender que en
ese proceso de divulgación existe altos y bajos, pues la intensidad del debate
depende del éxito o del fracaso de esas manifestaciones, o de la agenda
político-social y mediática.
Respetando las diferencias
culturales, sociales, políticas y geográficas de un país tan grande como Brasil,
es posible entender que la reforma psiquiátrica como tema de debate público
pasará por momentos de intensidad muy diferentes, dada la competencia que,
incluso en el ámbito mismo de la salud, encontrará frecuentemente. El proceso se
inició por la actuación de pequeños grupos militantes, paralelos a la reforma
sanitaria, para después convertirse en una política nacional con el Proyecto de
Ley 3.657/89, modificado y aprobado el 2001 después de 12 (doce) años de
tramitación en el Congreso Nacional Brasileño. Mientras tanto, algunos Estados
de
En la actualidad, Brasil
ya cuenta con 1291 servicios sustitutivos al hospital psiquiátrico en
funcionamiento, distribuidos entre las 27 Provincias de
Entendemos que romper con
la ideología cristalizada del cuidado en salud mental, basado en el hospital
psiquiátrico, no significa necesariamente decir que esa ideologia anterior fue
transformada por completo. En Brasil, por ejemplo, aún encontramos hospitales
psiquiátricos funcionando. Además de eso, es importante resaltar que el
movimiento de reforma psiquiátrica no puede ser reducido a la apertura de
nuevos servicios y al cierre de los antiguos. Algunos autores (Amarante, 2003;
Rodrigues, 2005) ya alertaban sobre eso. La reforma psiquiátrica como
movimiento necesita avanzar, buscar una nueva posibilidad de repensar las
formas de operar con la locura en el interior y en el exterior de los
servicios, motivar los cambios y los intercambios entre las personas, despertar
deseos, rescatar identidades; o sea, descubrir mecanismos para promover
esperanza y deseo de redireccionar la vida del sujeto que sufre.
Para que se convierta en
un debate social, la reforma psiquiátrica también debe estar consolidada y
hacer parte de la práctica cotidiana de los profesionales. Existen estudios
(Arejano, 2002; Koda, 2002) que muestran que determinados procesos de trabajo
aún están enfocados en tecnologías cristalizadas de atención, aunque sean conocidos
como servicios sustitutivos. Entre esas tecnologías, por ejemplo, podemos
destacar las relaciones de poder, la tutelización de la locura, la exclusión de
las familias y la culpabilización de las mismas.
En ese sentido, entendemos
que no es suficiente abrir servicios sustitutivos y divulgarlos a la sociedad
para decir que rompimos con una ideología dominante hospitalcéntrica. Aún
presenciamos muchas ofertas de algunos “nichos” profesionales que defienden el
hospital psiquiátrico como institución de intervención resolutiva y, al mismo
tiempo, consideran los servicios sustitutivos como instituciones problemáticas
y poco terapéuticas. Vemos muchas conserjerías que se sensibilizan con la
creación de los servicios sustitutivos, porque lo miran también como una
posibilidad de “engordar” mensualmente sus presupuestos y no porque puedan
estar realmente comprometidas con el proceso de cambio, de mirar a la locura
como si fuera una de las tantas formas de pensar y hacer salud en su comunidad.
En fin, la trayectoria del
proceso de reforma psiquiátrica está constituída por esas oposiciones
características, por conformismos, resistencias y transformaciones. La
superación de las dificultades, la cultura de las potencialidades y la
movilización de los diferentes esfuerzos colectivos son fundamentales para
contemplar esa dimensión de la reforma como debate, que busca, en los
diferentes sectores de la sociedad civil, una nueva forma de relación, una
nueva cultura, un nuevo saber, un nuevo conocimiento y una nueva modalidad de
intervención en relación al fenomeno de la locura.
El corpus de este estudio está compuesto por entrevistas aplicadas a
17 de los 25 profesionales de salud mental que trabajan en un servicio
sustitutivo de una ciudad de la región sur de Brasil y que se dispusieron a
participar de la investigación. Realizamos apenas 01 (una) pregunta abierta,
no-directiva: “Hable sobre su práctica en salud mental en ese servicio”. Las
entrevistas fueron grabadas y, después de concluidas, entregadas a dos digitalizadores
diferentes, responsables de la transcripción. Ese procedimiento fue adoptado
buscando preservar la mayor cantidad posible de informaciones, sin perder la
calidad, y también para mantener la fidelidad máxima al testimonio original.
Con
las informaciones, los datos fueron organizados conforme la propuesta de
caracterización de actores participantes de debates sociales (Bañon Hernández,
en prensa) en el campo de la salud y de la enfermedad (tabla 01 abajo). La
propuesta está organizada por dimensiones semiotextuales, o sea, por tópicos
especiales que revelan el conjunto de los actores comprometidos, asociadas a
conceptos descriptivos generales, como qué
y cúal, cuánto, cómo y dónde, que muestran las diferentes
relaciones establecidas por ellos.
|
Enfermedad |
Asociaciones de Enfermos |
Enfermos |
Profesionales |
Qué |
Entidad |
Identificación |
Identidad |
Formación |
Cuál |
Tipificación |
Responsabilidad |
Adscripción |
Especialización |
Cuánto |
Prevalencia Duración |
Representatividad Antiguedad |
Protección Vinculación |
Lideranza Experiencia |
Cómo |
Intensidad Magnitud Identificación |
Fidelidad Credibilidad Objetividad |
Admisión Aceptación Atribución |
Empatía Implicación Preparación |
Dónde |
Dimensión |
Transcendencia |
Proyección |
Actualización |
Tabla 01 – Caracterización
de los actores que participan de eventos que generan debates sociales (Bañon
Hernández, en prensa).
Cada una de las
dimensiones de análisis semiotextual (enfermedades, asociaciones, enfermos y
profesionales) constituye en sí una red de relaciones discursivas complejas, y
se manifiestan por medio de combinaciones semióticas en los ámbitos de la
acción y reacción. Es decir, que cada eje tiene un discurso y una acción, que
al ser combinados, son capaces de promover
otra acción u otro discurso (Bañon Hernández, 2007).
El análisis combinatorio
de cada uno de esos elementos y dimensiones resultaría en un estudio de extrema
relevancia y riqueza, para visualizar en qué medida los discursos de los
diferentes actores en salud mental se complementan, se distancian, se
confrontan o se contradicen en el escenario de un debate social. Como esa
riqueza sería imposible de ser plasmada en el presente estudio, haremos un
análisis de la dimensión específica de los “profesionales”[2]
y su eje “formación”. Con ese análisis, pretendemos dar una orientación más amplia
a otros estudios que se interesen en la aplicación de esa propuesta
metodológica.
El proyecto fue evaluado previamente
por el Comité de Ética en Investigación de
LOS ACTORES QUE PARTICIPAN EN EL DEBATE SOCIAL DE
La formación es conocida
como el “registro de identidad” de un profesional de la salud, donde cada uno
de ellos representa una materialidad discursiva distinta(7). En ese
sentido, el tema de la formación atraviesa el escenario de funcionamiento del
servicio y determina, en mayor o menor
grado, cómo los conocimientos y habilidades de los sujetos se articulan o no en
el escenario social de la reforma psiquiátrica. De este modo, esa articulación
o esa disociación pueden ofrecer un panel de discusión interesante para un
asunto a ser tratado en el ámbito de un debate social.
A continuación, presentamos
un cuadro comparativo con las formaciones profesionales de los trabajadores del
servicio entrevistados:
Atribución Funcional en el Servicio |
Cantidad de Entrevistados |
Psicólogo
(PSI) |
03 |
Enfermero
(E) |
01 |
Terapeuta
Ocupacional (TO) |
02 |
Farmaceutico
(F) |
01 |
Psiquiatra
(P) |
01 |
Asistente
Social (AS) |
02 |
Auxiliar
de Enfermería (AE) |
03 |
Agente
de Salud Pública (ASP) |
01 |
Oficial
Administrativo (OA) |
01 |
Vigilante
(V) |
01 |
Sirviente
(S) |
01 |
TOTAL DE ENTREVISTADOS |
17 |
Lo
que más se presenta como característico en la temática de la formación
profesional es que la gran mayoria de los trabajadores empezó a trabajar en el
campo de la salud mental con poca o ninguna experiencia. Los relatos que siguen
resaltan esa tendencia:
...yó
entré en el área de neurología...¿vale? Entonces trauma craniano y ahí en la
facultad una profesora allá, ¿vale? Vino a preguntarme “¿y la salud mental?” y
yo no había tenido ninguna práctica en psiquiatría en aquella época en la que
yo terminé la carrera, ¿vale? Y yo sufría aquella resistencia, ¿vale? Al miedo,
¿vale? Ah, el paciente psiquiátrico es agresivo, el psicótico... (TO2)
Bueno,
salud mental, en realidad, ser técnica de enfermería nunca estudió salud mental,
quería una cosa así rápida, quería trabajar en el puestito, salud mental que yo
atendía en aquella época en el puesto, atendía muriendo de miedo, atendía por
detrás de la mesa (risas)… (AE2)
Entonces,
como yo estaba diciéndote, yo empezé en la salud mental en el año de 95, ¿vale?
Cruda, no sabía nada. Hasta porque estaba mucho tiempo sin trabajar, así que ya
entré.... y entré directo aquí en el servicio. Entonces así, fui en busca, ¿vale?
Empezé a leer, a/a cuestionar, nunca tuve vergüenza de preguntar, ¿vale?...Lo
que me ayudó mucho fue la.... participar de grupos, yo participaba de grupos con
los otros profesionales que trabajaban en aquella época, ¿vale? (AS2)
Para
mostrar el comienzo conflictivo de su práctica en salud mental, los
entrevistados se interesan en marcar el discurso con algunas estratégias
lingüísticas “exageradas”. AE2, por ejemplo, comenta que “atendía muriendo
de miedo”, una figura de lenguaje hiperbólica, que muestra lo mucho que la locura
aún reposa en el pensamiento social, como producto de lo desconocido, revelando
su contenido potencialmente amenazante. Decir que alguien se “muere de miedo” de
alguna cosa, es querer provocar una reacción de “choque” en el interlocutor,
justamente porque la desproporción es más apelativa que el lenguaje normal. Esa
exageración muestra de manera sutil la práctica de rotulaje y el sentido de la
locura como peligrosidad social. Son conceptos ya conocidos y que hacen parte del
pensamiento común, pero que ocupan también la imaginación de algunos profesionales
de la salud que actúan tanto en los servicios manicomiales, como en los servicios
comunitarios.
En
el caso de AS2, hay una figura de lenguaje común a las situaciones de
tropismo (cuando hay sustitución de un término por otro término). El
entrevistado hace uso de una estrategía metafórica, común en el contexto culinario,
pero, utilizado aquí para designar cómo de incapaz se sentía para trabajar en
salud mental. Alimentos que se encuentran “crudos” en general sufren tres
caminos distintos: o necesitan ser preparados, aumentando el tiempo de cocción;
no son utilizados de inmediato hasta que maduren; o son despreciados por otro
alimento más aceptable. Realizando una comparación con la salud mental, entre
despreciar un profesional y dejarlo en stand
by, la oferta más próxima de una propuesta inclusiva (no solamente para el
usuario) sería comprender la falta de experiencia del mismo y prepararlo para el
trabajo (capacitación). Como no había capacitación en el periodo en que empezó
a trabajar, la solución encontrada por AS2 fue la de “autoprepararse”,
buscando mejor performance profesional
en las lecturas, en la discusión en conjunto con otros profesionales y en el
esclarecimiento de dudas.
La
lectura ideológica del hospital psiquiátrico como escenario de manifestación de
la divisibilidad del sujeto, de la codificación de la enfermedad y de la
manutención de estructuras jerárquicas de poder contractual, es la prueba de
que esa instituición procuró sobrevivir en la cristalización y difusión de
aquellos saberes, y no en la posibilidad de redireccionar el tratamiento. La rotura
ideológica con esa lógica de funcionamiento no solamente buscó transformar la
estructura y la visión sobre la persona internada, sino también la mirada que
esos trabajadores desarrollaron sobre el proceso. La superación de modalidades
de saber fundamentadas en la exclusión proyecta un nuevo reposicionamiento de las
relaciones de saber-poder entre los trabajadores en las nuevas instituciones,
trayendo un nuevo desafio para recrear esas mismas relaciones con las personas
que buscan atención en eses nuevos servicios (Basaglia, 2001).
La ampliación
epistemológico-ideológica sobre la locura en el campo de la salud mental,
parece extenderse más allá de las percepciones y comprensiones de un único
individuo. Eso porque aquello que constituye una red compleja atraviesa el conocimiento
acumulado (el pensamiento cultural, la formación específica, las competencias
profesionales) y el conocimiento direccionado (aquello que es puesto en práctica
en el cotidiano del servicio, teniendo como base las experiencias vividas del
individuo). Es decir que la locura, como dimensión de la vida, está presente en
la imaginación de los sujetos como marca de la enfermedad y de la necesidad de
evitar, mirada ésta que, sin embargo, empieza a dar espacio a las nuevas
modalidades de comprensión del fenómeno, cuando el profesional pasa a vivir y
experimentar la atención al loco en el cotidiano. Los siguientes fragmentos analizan
esa cuestión:
todo el
tiempo y, así, yo pienso que cada día que pasa nosotros aprendemos mucho con
ellos, ¿vale? Porque ellos mismos nos direccionan... y nosotros tenemos la
posibilidad de entender, ¿vale? El sentimiento de él, lo que él está sintiendo,
por qué él es así, cómo es que él está delante de los otros (ASP1)
...
dentro de la salud mental mismo, así, yo veo que he aprendido mucho, hoy yo
consigo conducir los pacientes mucho mejor, ¿vale?, que antes, ¿vale? (E1)
... lo
que está así, lo que puedo hacer, yo busco ayudarles al máximo y yo tengo mucho
cariño por eso, entonces a mi me gustan mucho ellos porque creo que ellos son
carentes, ¿vale? Con nosotros aquí ellos se dan muy bien, ellos vienen, él se abre,
muchas veces conversa, muchas veces ellos vienen hasta nosotros... (S1)
Cuando
yo llegué aquí, hombre, hace tres años, cuando me dijeron que yo iba a trabajar
con centro psicosocial... “no, pero vas a cuidar de personas, trabajar con
personas que tienen trastorno mental”. Yo imaginé corrientes, camisa de fuerza,
yo no tenía la mínima idea de lo que era reforma psiquiátrica... hoy día yo
puedo decir que yo lo sé... (OA1)
El fenómeno de la locura está
metido en una contradicción entre el que se cultiva y el que se materializa, pues
incorpora todos los sentimientos del sujeto, lo que él quiere manifestar, lo
que “no quiere”, lo que piensa y lo que rechaza. Cuando se trabaja con esa
convivencia recíproca y cotidiana entre el profesional y el loco, el propio concepto
de locura se va cambiando y transformándose, o sea, como una manifestación de
sufrimiento igual a cualquier otra y el loco percibido como sujeto, que
necesita ser acogido, oído, cuidado e incluido en función de estar viviendo una
situación de fragilidad en su vida.
El desafío impuesto a los
profesionales en ese nuevo modelo de operar con la locura está en buscar un
consenso entre lo que se piensa sobre ella, lo que se aprende en la relación
humana y lo que se puede compartir y desarrollar en la práctica. Esa dificultad,
sin embargo, parece estar asociada a algunas categorias profesionales y no a aquellas
que nacieron dentro de la salud mental, como los profesionales “psi”. Los
relatos reproducidos abajo destacan esa tendencia:
Yo soy,
yo soy psiquiatra hace 30 años, ¿vale? Estoy completando 30 años de formación
y... ya tuve todo tipo de evaluación dentro de la psiquiatría, claro, ¿vale?...
Y ahora aquí… mi actividad es intentar acompañar ese proyecto, ¿vale? De/de/de
( ) no quedar solo como recetador y
esas cosas, ¿vale? (P1)
Cuando yo
entré, yo ya había trabajado en/en salud mental. Pero la atención en
ambulatorios es bien diferente. Cuando yo entré en ese servicio yo no tenía
idea de qué sería eso, yo entré así creyendo que sería un trabajo más o menos
de ambulatorio, como las personas hacían allí. Con hora marcada y ese tipo de
cosas, pero como ya te dije nosotros no tenemos esa capacitación, nosotros
vamos aprendiendo las cosas poco a poco, ¿vale? (PSI2)
Bueno, yo
soy del área de la psicología, pero aprendí a hacer otras cosas, a flexibilizar
también esa cosa de psicólogo solamente, ¿vale? Atiende terapéuticamente, sólamente
hace grupos, ah... sólamente eso, sólamente aquello, hoy estoy bien más disponíble,
porque yo percibo al usuario tomando café, sea en la comida, sea en el pasillo y
yo estoy haciendo otras percepciones, fuera del despacho (PSI3)
La
psiquiatría y la psicología son responsables de la explicación de las
diferentes dimensiones de la locura. La psicología nació en un escenario conflictivo
en
La
psiquiatría todavía concentrada en una lógica de saber-hacer viene buscando adaptarse
a los cambios en el escenario de la atención psiquiátrica brasileña. El hecho es
que el entrevistado busca ampliar el espectro de su discurso dentro del servicio,
cuando no quiere ser reconocido como solamente “recetador”. Aunque podamos
analizar ese neologismo, lo más importante es que el médico siempre tuvo en el escenario
de la salud y de la enfermedad una atención especial, porque su saber es único,
o sea, él es el profesional más competente para establecer diagnósticos y planear
la conducta terapéutica y farmacológica.
En el caso de la psicología,
la experiencia en salud mental está relacionada al trabajo, en la mayoría de las
veces, en los antiguos ambulatorios, donde se establece la atención psicoterapéutica
individual y grupal como principales tecnologías de intervención del trabajador.
De cualquier forma, lo que se define como característico en el trabajo de los profesionales
“psi” es que el servicio confronta poco a poco la propia práctica de aquellos
trabajadores, los cuales quedan sometidos a las constantes reflexiones y tensiones
en el modo de operar en el interior del servicio. PSI3 deja claro
que ejecuta las actividades inherentes a la profesión, pero que se encuentra
más disponible para otras condiciones. En el caso de PSI2, éste
afirma que “va aprendiendo poco a poco”, dando una idea de proceso, de
continuidad, de desarrollo, lo que corrobora esa visión de que la salud mental en
la contemporaneidad viene adaptándose pari
passu al modo cambiante de operar en
los servicios.
Comprendemos
que la mayor dificuldad de los profesionales “psi” está relacionada con el modo
de organización de las prácticas en el interior del servicio “nuevo”, ya que
poseen experiencia previa de atención al fenómeno de la locura en modelos más
tradicionales de atención. Eso no impide – al contrario, facilita – que puedan
estar siempre reinventando nuevas oportunidades de trabajo en el interior del
servicio hasta que encuentren un equilibrio entre el saber y el hacer
tecnológico. En el caso de los profesionales “no-psi”, hay una falta de esa
experiencia previa en el campo de la salud mental, trayendo como contradicción la
dificuldad de adaptarse al trabajo (“el qué hacer”) y también al régimen de
funcionamiento del servicio (“cómo hacer”). Por lo tanto, esa misma dificultad se
transforma en una potencialidad cuando ese mismo profesional “incapacitado” es incitado
a buscar estrategias y dispositivos que le permitan ejercer su atividad profesional.
Eso sólo viene a corroborar que, en los servicios sustitutivos de salud mental,
es la prática la que construye la teoría, y no al contrario.
Las
múltiples facetas del trabajo en salud mental, desde su formación hasta las actividades
del cotidiano, demuestran cómo los servicios sustitutivos están provocando
enfrentamientos y produciendo transformaciones en la realidad de la reforma
psiquiátrica brasileña. Entendemos que la constitución de un debate social
sobre el movimiento de la reforma psiquiátrica brasileña empieza con la percepción
de los propios profesionales al respecto de su práctica. Son ellos, algunos de
los actores fundamentales de ese proceso, quienes, bajo la tensión dialéctica, son
obligados a reflexionar, a reinventar tecnologías, a relacionarse y a repensar la
locura, el loco y sus propias relaciones.
CONSIDERACIONES FINALES
El
presente estudio buscó mostrar algunas de las muchas posibilidades de análisis de
un evento especial y sus repercusiones para el establecimiento de un debate
social en un campo específico del conocimiento humano. En este caso, se trata de
la reforma psiquiátrica como movimiento que busca, en el interior y en el
exterior de la sociedad, reinventar las estrategias, las posibilidades de
intervención, construir nuevas sociedades y nuevos conocimientos sobre un fenómeno
tan complejo e intrigante como la locura.
Hay
que tener en consideración que ese debate es un proceso, en el cual están
incorporadas las diferentes opiniones de los sujetos, contradictorias o no,
complementarias o no, conocidas o no. En salud mental, por ejemplo, la relación
que se establece entre el movimiento y los actores que participan de su
consolidación es fundamental para entender la amplitud y el alcance ideológico de
esas discusiones en la materialidad social.
La
propuesta metodológica utilizada en este estudio, aunque esté enfocada en solo
uno de sus múltiples aspectos (la formación profesional), deja abierta la idea
de la necesidad de repensar las competencias y habilidades de los trabajadores
en el campo de la salud mental. Esperamos que este trabajo sirva de estímulo
para la constante reflexión del movimiento de la reforma psiquiátrica y para mantenerlo
activo, pues es necesario saldar parte de las deudas creadas por una sociedad injusta,
que ve la locura como una dimensión desconocida, peligrosa y enajenada de derechos,
obligaciones y relaciones sociales.
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[1] En el
escenario de la salud mental, el género social predominante en la historia de
la humanidad fue el discurso psiquiátrico sobre la locura como enfermedad. En
la literatura más clásica del tema (Foucault, 2003), hay una reconstitución
histórica de los conocimientos y de las prácticas con el fenómeno de la locura,
los dispositivos de atención que produjeron ese desplazamiento y como la
sociedad se organizó laboralmente para absorver el loco como enfermo, no como
individuo.
[2] Los otros ejes semiotextuales son asi descritos: Especialización –
después de la formación, el análisis de la especialización permitirá ajustar
los grados de responsabilidad de los actores; Liderazgo – el cargo que
ocupa, la capacidad de gestión y liderazgo indican como se desarrolla el
trabajo y la responsabilidad; Experiencia – el tiempo de servicio en
cierta especialidad es un dato relevante tanto para el análisis del tratamiento
discursivo de los profesionales de la salud, como para el estudio de la
interacción entre ellos; Empatía – la competencia comunicativa incluye
la capacidad de colocarse en el lugar del otro (por lo menos en el ámbito
discursivo), siendo importante en la evaluación del profesional por parte de
los otros actores considerados en el escenario. El actor se encontra
primeramente en la dimensión del decir y después en la del hacer; Implicación
– también se refiere a la capacidad de colocarse en el lugar del otro, solo que
ahora este actor se encuentra en el ámbito de la acción, es decir, primero en
la parte del hacer y después en la del decir; Preparación – es como ese
actor ejerce su habilidad profesional y Actualización – se refiere al
deseo de mejorar y mantenerse actualizado con respecto a congresos,
tratamientos, técnicas nuevas, entre otras (Bañon Hernández, 2007).
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